Si eres imprescindible en tu trabajo tienes un problema

«Es que si le enseño todo lo que se, luego me despedirán a mí.»

Eso escuché una vez en una conversación entre informáticos. En ese momento intuía que no era una buena política, pero tardé varios años en darme cuenta de los motivos reales que hacen que el ser imprescindible en tu trabajo sea un problema. Aquí os expongo los primeros y más evidentes.

El primero puede parecer prosaico, pero es realmente innegable: No puedes cogerte vacaciones. Y seguro que algún día libre te quieres coger… Si no este año, seguro que el año que viene o el siguiente es presumible que sí. Y eso sin entrar en detalles de necesidades menos afortunadas, como tener un pariente hospitalizado, o coger una simple gripe. Tendrás que estar disponible en el teléfono en cualquier momento.

Otro problema a medio plazo es que no puedes ascender. El volverte imprescindible es condenarte a estar en ese puesto de trabajo el resto de tus días. Para poder cambiar de puesto primero tendrás que buscar a alguien que pueda hacer tu trabajo, y luego entrenarle. Fácil, ¿no? Pues cuánto más tiempo hayas estado en esta situación más difícil te será, porque tus jefes estarán acostumbrados a la comodidad de tenerte disponible siempre. Será difícil obtener su colaboración… A nadie le gustan los cambios.

Y vosotros ¿os habéis encontrado a alguien tan celoso de su trabajo que se volvió imprescindible? ¿Cómo resultó la experiencia?

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